7.10.2004

La Salamandra y el Dragon

Agnes salió dispuesta a tomar el rumbo del camino hacia el oriente, decidida a tomar al mundo por sorpresa y a seguir un paso firme entre lo que antes eran sueños. Respiro profundamente, pues nunca se olvida de hacerlo, mientras sus ojos se cerraban levemente y cuando los abrio los poso en el firmamento.

Camino sin mucho apuro, segura del lugar al que tenia que llegar, manteniendo el equilibrio entre lo absurdo y lo desconocido; un pie arriba y otro abajo para no caer, uno a uno los pasos para no perderlos. Abordo a cuanto caminante encontraba y saludaba con sonrisas que parecian haber sido ensayadas en ocasiones anteriores. Sus sandalias se cubrian del polvo del camino, pero se limpiaban al paso siguiente. Y asi caminaba Agnes, segura y sin preocupaciones, alegre y sintiendose viva aunque no perfecta.

De pronto, en un recobeco de su camino encontro una visión que no creía cierta: una salamandra alegremente tomaba el fuego con sus manos y encendia el Bosque de los Imperdibles. Nunca se quedaba quieto aquel ser inconcebible, brincaba aqui, caminaba alla, y se perdia y regresaba por tantos y tantos escondrijos que la misma salamandra inventaba. Agnes la observaba sin decir palabra, pero estaba decidida a tomarla y llevarsela con ella. Veía a escondidas a aquella extraña y bella criatura, la veía mientras robaba pedazos de la historia, mientras tomaba su propio elixir bendito y lo escondia para no compartirlo.

Asi pasaban las horas en la vida de la salamandra, nunca se quedaba quieta, era parte de su imperfeccion que la volvia perfecta. Pero la salamandra nunca toma tiempo para ver sus virtudes, prefiere evadir la responsabilidad de saberlo. Prefiere seguir sacudiendo el pasto con sus pasos firmes y veloces. Agnes estaba maravillada ante lo tenue de la salamandra, pero no era solo tenue, mas bien era un poco irreverente e interesante. Y Agnes se siguio escondiendo para observarla a lo lejos, recordo las manos de María y prefirio olvidarse de todo. Aún Juanito fue olvidado en este momento, y tal vez por siempre.

Sin darse cuentas paso eternidades Agnes en ese mismo lugar, absorta en su nueva obsesión, pero aún no se olvidaba de su camino. No sentía hambre ni sed, ni sueño ni pesar; solo tenía ganas de conocer a la criatura mas hermosa y fragil que habia visto. Cuando por fin parecia que la salamandra se detendria a descansar sobre la Roca de lo Impropio, cuando por fin parecía que la salamandra tomaria un breve descanso; aparecio una criatura de la misma cualidad que la primera. Esta nueva criatura tambien maravilló y obsesionó a Agnes desde el primer momento, quien no temió ni por un momento de la presencia del dragon.

La salamandra tampoco tuvo miedo, o al parecer no lo tuvo, siguio quieta tratando de pasar desapercibida aunque temblando por dentro. El dragon olio el lugar y vio todo lo que había hecho la salamandra que seguía estatica. Se acerco a ella lentamente tratando de reconocerla pues la creia perdida; y se postro junto a la Roca de lo Impropio para hacer temblar el pasto que cubría el terreno. De una sola bocanada se trago el fuego que crecia en el Bosque de los Imperdibles y lo escupio sobre la salamandra. Y la salamandra solo se movio para regocijarse entre el fuego del dragon, y no le importo el destino del Bosque de los Imperdibles, ni el de la Roca de lo Impropio. Gozó aquel ser tan hermoso con el fuego del segundo ser, no intento retirarse ni hacerse a un lado, no intento moverse mas de lo debido aunque la roca se fundiera en un solo instante.

Y la salmandra corrio alrededor del dragon como reconociendolo, pues tambien lo creia perdido; la luz fue haciendose menos y llegó la palida luz de la luna ingrata. Agnes abrio los ojos un poco mas para poder ver como ambos seres sobrevivian a sus propios ataques de incoherencia para repetirlos despues. La lluvia acompaño el desfile de fuego y frio que los seres generaban, ambos temblaban pero Agnes no lo hacia, seguia maravillada con todo lo que veia. Y queria ver mas aun, asi que siguio callada en su misma posición.

Los seres parecian jugar a desconocerse y a perderse para luego encontrarse en el mismo punto. El dragon la enseño a volar y la salamandra lo enseño a volar sin alas; el dragon la trago para que conociera su interior y la salamandra lo obligo a reconocerla como siempre la había conocido. El dragon la tomo entre sus manos para protegerla de los rayos y la salamandra lo invito a conocer sus venas. Asi pasaron la noche jugando a ser completos desconocidos, y como todas las veces se preparaban para retirarse antes del alba.

Agnes seguia despierta siguiendo todos los movimientos lúdicos de los seres que habitaban Utopía, nunca se cansó de maravillarse con cada cosa que hacian, nunca dejo que su obsesion dejara de ser obsesa. Sin decir una sola palabra se movio lentamente antes de que salieran los primeros rayos del alba, con una astucia y agilidad felina se acerco lentamente y sin hacer ruido al campo de batalla de los dos seres que captaban toda su atención y asombro. Los tomo por sorpresa como suyos, los encerro en el costal donde Dios guarda su humor para que nadie pudiera verlos; y alegremente se los llevo como fieles acompañantes de su viaje etereo.

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