6.29.2004

Icaro (Ykaruz)

Una silueta obscura marcha sobre la ciudad solitaria; talvez sea el momento de escapar, de dejar por fin la depresiva ciudad; pero la ciudad no lo deja. El la habia escogido para vivir, para dejar la existencia infinita y vivir; creyo muchas veces que el infierno nunca lo alcanzaria, pero la tierra es peor que el mismo infierno, especialmente para el. Sus alas se dañaron en la caida, pero aun seguian con el, y lastimaban la carne terrenal que ahora lo acompañaba. Destinado a vagar en su propio infierno personal; desterrado por voluntad propia, creyendo que vivir seria un juego demasiado facil de jugar; sin conocer dolor alguno y sintiendose lleno de poder, creyo en la supuesta alegria de vivir y dejo por fin la tediosa existencia eterna.

No conocia ningun tipo de sentimiento, pero al caer, los humanos le dieron a conocer todo tipo de sensaciones, las cuales ni siquiera habia imaginado; pero el dolor no le fue placentero. Y ahora atrapado en un mundo que no es el suyo, y al cual no es facil adaptarse, intenta olvidar todo lo que dejo atras, todo lo que rehuso tener a pesar de que le correspondia por derecho. Y ahora intentaba escapar de sus sueños mal logrados, estaba cansado del sabor de su propia sangre, y de los sentimientos nuevos que nacian en el a cada instante. Deseaba escapar, pero la ciudad no lo dejaba.

La caida fue un despertar muy amargo; era un ser extraño en una ciudad extraña llena de seres extraños que se extrañaban con su presencia; y que nunca le permitieron descansar de sus constantes ataques. Pero a pesar de todo, aprendio lo importante que es el triunfo de la vida sobre la derrotante muerte; y el simbolismo de dicha victoria era amargamente demostrada dia con dia, sin descanso alguno.

Aun le era permitido volar, pero era un doloroso placer; ocultaba sus alas de la vista de los extraños ojos que ocupaban la extraña ciudad; y que alguna vez habian intentado arrancarsela, y ahora era un doloroso recuerdo que aun permanecia, al igual que la sangre. Este dia no fue la excepcion de los ataques de las extrañas manos de aquella extraña ciudad; pero esta vez fue diferente. Y sus alas lo salvaron, las desplego dolorosamente y se elevo ante la mirada atonita de los extrañados ojos; el sonido se sus alas era penosamente dulce, pero el sentimiento de libertad lo hacia olvidar cualquier tipo de dolor. Era el momento de escapar!.

Pero la extraña ciudad no se lo permitiria... nunca.

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